miércoles, 6 de mayo de 2015

Mitos y leyendas mas difundidas de Formosa

Formosa es portadora de muchos relatos que fueron pasándose de generación en generación, muchas de estas narraciones o supersticiones se vieron influenciadas con las del país vecino, Paraguay. Es decir, son aquellas que tuvieron lugar en ese país y que tomaron factores de la realidad para generar un cierto grado de certidumbre en la población, los cuales, según sus habitantes, existieron. Pero no significa que no hayan sucedido dentro del territorio físico formoseño, ya que con anterioridad a la Guerra de la Triple Alianza, este suelo pertenecía a la soberanía paraguaya, junto con otras provincias más. De esta forma, podemos nombrar muchos mitos y leyendas:

Yasy Yateré:
 Es un niño hermoso, pequeño, desnudo, rubio, portador de un bastoncito de oro, a modo de vara mágica, fuente de su poder mágico de atracción, que nunca abandona, y de un silbato (algunos dicen que simplemente silba) con el que imita el canto de un pájaro, o lanza un silbido rítmico; vive en el bosque. Jasy Jatere anda suelto durante la siesta, especialmente en la época del choclo o maíz tierno que le gusta comer. 
 Se cree que vive en huecos de troncos de grandes árboles del bosque. 
 El Jasy Jatere atrae a los niños con su silbato o tocándolos con su bastón, los rapta y los lleva al bosque donde los retiene durante algún tiempo, los alimenta con miel silvestre y frutas, juega con ellos y al fin los suelta o los deja enredados en liana, pero los niños ya se han vuelto tontos, mudos o sordomudos; se recuperan después de un cierto tiempo. Se dice, también, que cuando el Jasy Jatere, como muestra de afecto, besa al chico en la boca, es cuando éste se vuelve tonto y mudo, y entonces lo abandona. 
Para ganar la amistad del Jasy Jatere la gente acostumbra dejar tabaco en los alrededores de la casa o en las sendas de entradas al bosque. 
 Cuando el Jasy Jatere pierde su bastoncillo y su silbato se vuelve inofensivo, porque perdió su poder mágico. Se cree, también, que una manera de apoderarse de esos símbolos de su poder, es embriagándolo, pues gusta de beber. 


Curupí:
 El curupí es un individuo antropófago representado con grandes bigotes que anda en cuatro pies y con un miembro viril de tamaño exagerado. También se lo describe como un enano robusto con los pies dirigidos hacia atrás, por lo que le es difícil trepar y andar.
Tiene la apariencia de un hombre más bien bajo, fornido, muy moreno y retacón, con manos y pies velludos. En algunas versiones tiene los pies hacia atrás por lo que es muy difícil seguirlo. Sin embargo su principal característica es su miembro viril: un enorme y larguísimo pene que lleva enrollado a la cintura, el cual usa para atrapar a sus víctimas. Es un ser sumamente sensual. Sus ataques a las mujeres solas que se aventuran por la selva por leña son mucho más agresivos y crueles que los de su hermano Yasy Yateré. En esos casos Curupí viola y mata a sus víctimas. Pero su mayor diversión es raptar a las vírgenes, quienes desparecen misteriosamente para regresar encintas y listas para parir a los siete meses. Los hijos de Curupí, sin embargo, mueren al séptimo día de un extraño mal. También se dice que con solo verlo, las mujeres se vuelven locas. Una forma de huir de este engendro es cortando su pene, con lo cual se vuelve inofensivo. Otra opción es treparse a un árbol, ya que al carecer de articulaciones no podrá subir. Curupí es el genio de los animales silvestres, especialmente de los sementales. No abandona nunca la selva donde reina con el poder de su sensualidad, excepto para raptar a sus víctimas.

Lobizón:
 Superstición de origen europeo, según la cual el séptimo hijo varón al llegar a la adolescencia se transforma en lobizón los martes y los viernes por la noche. Para poder cumplir con este proceso se revuelca sobre algún elemento desintegrado, como por ejemplo arena, ceniza o la tumba de un cementerio. Al volver el día recupera la forma humana, para convertirse en animal debe cumplir ciertos ritos, como girar tres veces sobre su cuerpo.
 Una forma de romper el hechizo es bautizando al niño en siete iglesias distintas. También puede librarse si es bautizado con el nombre de Benito, y si el mayor de los siete hermanos es su padrino. 
 Se lo representa como una mezcla de perro y cerdo, muy peludo y con grandes orejas, que recobra su fisonomía humana si alguien sin conocerlo lo hiere, o si un hombre lo muerde. Se cree que se alimenta de chicos no bautizados, excrementos y de desperdicios que encuentra en los basurales de las estancias. Se caracteriza por el fulgor de la mirada. Es inmune a las armas de fuego, y solo se lo puede herir con un arma blanca. En presencia de su propia sangre recobra la forma humana, pero se convierte en enemigo mortal de quien descubrió su secreto y no se detiene hasta matarlo.
 El lobizón ataca y puede traspasar el mal. No lo transmite mordiendo, sino pasando entre las piernas de alguien. A partir de allí la víctima se convierte en lobizón, y el anterior escapa al maleficio. Si bien tiene forma perruna, los demás perros le ladran constantemente.

Pombero
 El Pombero es uno de los mitos más extendidos en la zona del Paraguay, sur de Brasil y noroeste de Argentina.
 El pombero es el guardián de la selva, el protector de los pájaros y el duende la siesta. Se lo caracteriza como un ser de estatura elevado, velludo, silencioso y portador de un sombrero de paja. Camina con una caña en su mano, a modo de bastón.
 Este mítico personaje puede silbar imitando el sonido de todas las aves. A cambio de sus favores, se le hacen ofrendas de miel, huevos y tabaco.
 El pombero, sin embargo, puede ser vengativo cuando se olvidan de él. Puede robar niños que se pierden en la selva a la hora de la siesta, especialmente si estos se divierten cazando aves. Y también puede hipnotizar a las mujeres para poseerlas, particularmente enamorándose de aquellas que están embazadas de una niña.

 La leyenda agrega además que este ser tiene la capacidad de la metamorfosis, aunque su forma habitual es la de un hombre robusto y velludo, puede adquirir aspecto de camalote, tronco flotante o indígena. Incluso puede volverse invisible y atravesar los ojos de las cerraduras.

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