Formosa es portadora de muchos
relatos que fueron pasándose de generación en generación, muchas de estas
narraciones o supersticiones se vieron influenciadas con las del país vecino,
Paraguay. Es decir, son aquellas que tuvieron lugar en ese país y que tomaron
factores de la realidad para generar un cierto grado de certidumbre en la
población, los cuales, según sus habitantes, existieron. Pero no significa que
no hayan sucedido dentro del territorio físico formoseño, ya que con
anterioridad a la Guerra de la Triple Alianza, este suelo pertenecía a la
soberanía paraguaya, junto con otras provincias más. De esta forma, podemos
nombrar muchos mitos y leyendas:
Yasy
Yateré:
Es un niño hermoso, pequeño, desnudo, rubio,
portador de un bastoncito de oro, a modo de vara mágica, fuente de su poder
mágico de atracción, que nunca abandona, y de un silbato (algunos dicen que
simplemente silba) con el que imita el canto de un pájaro, o lanza un silbido
rítmico; vive en el bosque. Jasy Jatere anda suelto durante la siesta,
especialmente en la época del choclo o maíz tierno que le gusta comer.
Se cree que vive en huecos de troncos de
grandes árboles del bosque.
El Jasy Jatere atrae a los niños con su
silbato o tocándolos con su bastón, los rapta y los lleva al bosque donde los
retiene durante algún tiempo, los alimenta con miel silvestre y frutas, juega
con ellos y al fin los suelta o los deja enredados en liana, pero los niños ya
se han vuelto tontos, mudos o sordomudos; se recuperan después de un cierto
tiempo. Se dice, también, que cuando el Jasy Jatere, como muestra de afecto,
besa al chico en la boca, es cuando éste se vuelve tonto y mudo, y entonces lo
abandona.
Para ganar la
amistad del Jasy Jatere la gente acostumbra dejar tabaco en los alrededores de
la casa o en las sendas de entradas al bosque.
Cuando el Jasy Jatere pierde su bastoncillo y
su silbato se vuelve inofensivo, porque perdió su poder mágico. Se cree,
también, que una manera de apoderarse de esos símbolos de su poder, es
embriagándolo, pues gusta de beber.
Curupí:
El curupí es un individuo antropófago
representado con grandes bigotes que anda en cuatro pies y con un miembro viril
de tamaño exagerado. También se lo describe como un enano robusto con los pies
dirigidos hacia atrás, por lo que le es difícil trepar y andar.
Tiene la apariencia de un hombre
más bien bajo, fornido, muy moreno y retacón, con manos y pies velludos. En
algunas versiones tiene los pies hacia atrás por lo que es muy difícil
seguirlo. Sin embargo su principal característica es su miembro viril: un
enorme y larguísimo pene que lleva enrollado a la cintura, el cual usa para
atrapar a sus víctimas. Es un ser sumamente sensual. Sus ataques a las mujeres
solas que se aventuran por la selva por leña son mucho más agresivos y crueles
que los de su hermano Yasy Yateré. En esos casos Curupí viola y mata a sus víctimas. Pero su
mayor diversión es raptar a las vírgenes, quienes desparecen misteriosamente
para regresar encintas y listas para parir a los siete meses. Los hijos de
Curupí, sin embargo, mueren al séptimo día de un extraño mal. También se dice
que con solo verlo, las mujeres se vuelven locas. Una forma de huir de este
engendro es cortando su pene, con lo cual se vuelve inofensivo. Otra opción es
treparse a un árbol, ya que al carecer de articulaciones no podrá subir. Curupí
es el genio de los animales silvestres, especialmente de los sementales. No
abandona nunca la selva donde reina con el poder de su sensualidad, excepto
para raptar a sus víctimas.
Lobizón:
Superstición de origen europeo, según la cual
el séptimo hijo varón al llegar a la adolescencia se transforma en lobizón los
martes y los viernes por la noche. Para poder cumplir con este proceso se
revuelca sobre algún elemento desintegrado, como por ejemplo arena, ceniza o la
tumba de un cementerio. Al volver el día recupera la forma humana, para
convertirse en animal debe cumplir ciertos ritos, como girar tres veces sobre
su cuerpo.
Una forma de romper el hechizo es bautizando
al niño en siete iglesias distintas. También puede librarse si es bautizado con
el nombre de Benito, y si el mayor de los siete hermanos es su padrino.
Se lo representa como una mezcla de perro y
cerdo, muy peludo y con grandes orejas, que recobra su fisonomía humana si
alguien sin conocerlo lo hiere, o si un hombre lo muerde. Se cree que se
alimenta de chicos no bautizados, excrementos y de desperdicios que encuentra
en los basurales de las estancias. Se caracteriza por el fulgor de la mirada.
Es inmune a las armas de fuego, y solo se lo puede herir con un arma blanca. En
presencia de su propia sangre recobra la forma humana, pero se convierte en
enemigo mortal de quien descubrió su secreto y no se detiene hasta matarlo.
El lobizón ataca y puede traspasar el mal. No
lo transmite mordiendo, sino pasando entre las piernas de alguien. A partir de
allí la víctima se convierte en lobizón, y el anterior escapa al maleficio. Si
bien tiene forma perruna, los demás perros le ladran constantemente.
Pombero
El Pombero es uno de los mitos más extendidos
en la zona del Paraguay, sur de Brasil y noroeste de Argentina.
El pombero es el guardián de la selva, el
protector de los pájaros y el duende la siesta. Se lo caracteriza como un ser de
estatura elevado, velludo, silencioso y portador de un sombrero de paja. Camina
con una caña en su mano, a modo de bastón.
Este mítico personaje puede silbar imitando el
sonido de todas las aves. A cambio de sus favores, se le hacen ofrendas de
miel, huevos y tabaco.
El pombero, sin embargo, puede ser vengativo
cuando se olvidan de él. Puede robar niños que se pierden en la selva a la hora
de la siesta, especialmente si estos se divierten cazando aves. Y también puede
hipnotizar a las mujeres para poseerlas, particularmente enamorándose de
aquellas que están embazadas de una niña.
La leyenda agrega además que este ser tiene la
capacidad de la metamorfosis, aunque su forma habitual es la de un hombre
robusto y velludo, puede adquirir aspecto de camalote, tronco flotante o
indígena. Incluso puede volverse invisible y atravesar los ojos de las
cerraduras.
Es luison
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